En épocas decembrinas, son varios los que quieren hacer un lavado de conciencia, entregando regalos a “quienes más lo necesitan”. Hace parte de un conjunto de tradiciones judeo-cristianas, en donde con “buenos actos”, se pueden sentir las personas más solidarias, por “regalar sonrisas en navidad”. Bueno, habría que mirar si realmente ese es el alcance de nuestra solidaridad. Quizá no, pero seguro caerán nuevas reflexiones sobre estos y el sentido de publicar, de manera jactanciosa, fotos en redes sociales con niños pobres posando con baratijas compradas al por mayor.
Lo preocupante de eso no es que lo haga cualquier cristiano. Lo preocupante es que sea una forma de hacer política, más en un diciembre preelectoral (como este), en donde algunos candidatos al Congreso ponen sus maquinarias en función de repartir carritos y barbies en Ciudad Bolívar, Aguablanca, la Comuna 13, etc. Sin embargo, lo más particular de todo, es que esto sea una política de Estado. O bueno, es una forma de interpretar la visita de Santos a la Universidad Nacional.
¿Cómo más tomar las fotos de Santos en la Plaza Che de la “Nacho”? Pues, al parecer, estaba haciendo su “buena obra del año”, tomándose fotos y repartiendo migajas. Ah claro, y también en época preelectoral. La visita de Santos a la Universidad Nacional se justificó por medio de la sanción de la Ley de Estampilla para las universidades públicas, en un acto cargado de populismo, aunque solo mediático. Y solo fue mediático, porque la foto quedó incompleta. La legitimidad de Santos, decía alguien en Twitter, se cuestiona por el hecho mismo de tener que cerrar y militarizar la universidad para poderla visitar. ¡Incomprensible!.
Osarán muchos en explicar ello, no en la falta de legitimidad de Santos y el régimen político colombiano en su conjunto, ni tampoco en la nefasta política educativa que el presidente y su ministra de educación han abanderado. Seguro dirán ahora que es porque “la Nacional es nido de terroristas”, como han hecho siempre para justificar la presencia de la fuerza pública en las universidades del país y violar así su autonomía. Viendo el estado actual de la “Nacho”, necesitaban más un escuadrón de la Defensa Civil que del mismo ESMAD, ante el riesgo inminente de quedar atrapados en uno de los 26 edificios a punto de colapsar en la Ciudad Universitaria.
También dicen y repiten por todos lados que “algo es algo” justificando la pírrica suma de 5 billones de pesos para los próximos 20 años que, se espera, reciban las universidades públicas del país a partir de la llamada ley de estampilla. Claro, con migajas ahora Santos busca perfumar el bollo que es su política educativa y, en general, su política social.
La situación de la universidad colombiana es paupérrima. Es claro ya que no se debe tratar de “dar un regalo a quienes más lo necesitan”, por medio de estampillas, sino se requiere de una nueva política de financiación de la universidad colombiana en su conjunto, en donde no se someta el presupuesto de las instituciones a la posibilidad de los claustros de “rebuscarse” recursos a partir del autofinanciamiento que, en el caso de la Nacional, por poner el ejemplo de la más importante del país, en 2014 será del 55%.
Los recursos que necesita la universidad colombiana, según el propio SUE (aunque matizados por su presidente), ascienden a los 11 billones de pesos. Claro, ahí no se cuentan las demandas de las familias agobiadas por el UPAC educativo o ICETEX, como se le quiera llamar, quienes viven ya perseguidos por las casas de cobranza y el alza desmedida de las matrículas en las instituciones de educación superior. Por tanto, la estampilla que, por la que en un acto de campaña, Santos mandó a cerrar la Universidad Nacional, resulta insuficiente, no solo para las demandas de la Nacho, sino del grueso de la educación superior colombiana que requiere un debate serio y sensato sobre la crisis a la que la han condenado los gobiernos de turno.
Entonces, la actitud de Mantilla, rector de la Universidad Nacional, no sorprende, pues prestó todas las condiciones para un acto de campaña, en el cual evidenció qué intereses privilegia en la discusión sobre la educación en Colombia y cuál es su idea de autonomía universitaria. Al tiempo, Santos pudo subir la foto a Twitter, pero no salió con niños sonriendo, porque a los “niños” que podrían fotografiar, quienes en este caso “más lo necesitan” (el presupuesto) no los dejaron entrar a su universidad y, además, ellos ya sabían que la estampilla no eran sino pañitos de agua tibia, como casi siempre en Santos.
Nota: Siguiendo con el tema, comparto el mensaje de la Federación de Estudiantes Universitarios a propósito de los 360 años de la Universidad del Rosario.
"Somos rosaristas. Nos unimos a la celebración de los 360 años de la unviersidad, reivindicando el sentido de una "universidad de los estudiantes para los estudiantes", en donde el servicio a la sociedad y el amor a la patria habrán de gobernar el curso de su vocación educativa. La universidad donde pasó su última noche de vida la Pola, la universidad de Caldas y Mutis, la de Pedro Fermín de Vargas... la que peleó por la primera independencia y la que paró en el 77; la que juntó esfuerzos en 2011 y sacó sus batas blancas en 2013.
¡Un abrazo rosaristas!"
@FernandoVeLu
Lo preocupante de eso no es que lo haga cualquier cristiano. Lo preocupante es que sea una forma de hacer política, más en un diciembre preelectoral (como este), en donde algunos candidatos al Congreso ponen sus maquinarias en función de repartir carritos y barbies en Ciudad Bolívar, Aguablanca, la Comuna 13, etc. Sin embargo, lo más particular de todo, es que esto sea una política de Estado. O bueno, es una forma de interpretar la visita de Santos a la Universidad Nacional.
¿Cómo más tomar las fotos de Santos en la Plaza Che de la “Nacho”? Pues, al parecer, estaba haciendo su “buena obra del año”, tomándose fotos y repartiendo migajas. Ah claro, y también en época preelectoral. La visita de Santos a la Universidad Nacional se justificó por medio de la sanción de la Ley de Estampilla para las universidades públicas, en un acto cargado de populismo, aunque solo mediático. Y solo fue mediático, porque la foto quedó incompleta. La legitimidad de Santos, decía alguien en Twitter, se cuestiona por el hecho mismo de tener que cerrar y militarizar la universidad para poderla visitar. ¡Incomprensible!.
Osarán muchos en explicar ello, no en la falta de legitimidad de Santos y el régimen político colombiano en su conjunto, ni tampoco en la nefasta política educativa que el presidente y su ministra de educación han abanderado. Seguro dirán ahora que es porque “la Nacional es nido de terroristas”, como han hecho siempre para justificar la presencia de la fuerza pública en las universidades del país y violar así su autonomía. Viendo el estado actual de la “Nacho”, necesitaban más un escuadrón de la Defensa Civil que del mismo ESMAD, ante el riesgo inminente de quedar atrapados en uno de los 26 edificios a punto de colapsar en la Ciudad Universitaria.
También dicen y repiten por todos lados que “algo es algo” justificando la pírrica suma de 5 billones de pesos para los próximos 20 años que, se espera, reciban las universidades públicas del país a partir de la llamada ley de estampilla. Claro, con migajas ahora Santos busca perfumar el bollo que es su política educativa y, en general, su política social.
La situación de la universidad colombiana es paupérrima. Es claro ya que no se debe tratar de “dar un regalo a quienes más lo necesitan”, por medio de estampillas, sino se requiere de una nueva política de financiación de la universidad colombiana en su conjunto, en donde no se someta el presupuesto de las instituciones a la posibilidad de los claustros de “rebuscarse” recursos a partir del autofinanciamiento que, en el caso de la Nacional, por poner el ejemplo de la más importante del país, en 2014 será del 55%.
Los recursos que necesita la universidad colombiana, según el propio SUE (aunque matizados por su presidente), ascienden a los 11 billones de pesos. Claro, ahí no se cuentan las demandas de las familias agobiadas por el UPAC educativo o ICETEX, como se le quiera llamar, quienes viven ya perseguidos por las casas de cobranza y el alza desmedida de las matrículas en las instituciones de educación superior. Por tanto, la estampilla que, por la que en un acto de campaña, Santos mandó a cerrar la Universidad Nacional, resulta insuficiente, no solo para las demandas de la Nacho, sino del grueso de la educación superior colombiana que requiere un debate serio y sensato sobre la crisis a la que la han condenado los gobiernos de turno.
Entonces, la actitud de Mantilla, rector de la Universidad Nacional, no sorprende, pues prestó todas las condiciones para un acto de campaña, en el cual evidenció qué intereses privilegia en la discusión sobre la educación en Colombia y cuál es su idea de autonomía universitaria. Al tiempo, Santos pudo subir la foto a Twitter, pero no salió con niños sonriendo, porque a los “niños” que podrían fotografiar, quienes en este caso “más lo necesitan” (el presupuesto) no los dejaron entrar a su universidad y, además, ellos ya sabían que la estampilla no eran sino pañitos de agua tibia, como casi siempre en Santos.
Nota: Siguiendo con el tema, comparto el mensaje de la Federación de Estudiantes Universitarios a propósito de los 360 años de la Universidad del Rosario.
"Somos rosaristas. Nos unimos a la celebración de los 360 años de la unviersidad, reivindicando el sentido de una "universidad de los estudiantes para los estudiantes", en donde el servicio a la sociedad y el amor a la patria habrán de gobernar el curso de su vocación educativa. La universidad donde pasó su última noche de vida la Pola, la universidad de Caldas y Mutis, la de Pedro Fermín de Vargas... la que peleó por la primera independencia y la que paró en el 77; la que juntó esfuerzos en 2011 y sacó sus batas blancas en 2013.
¡Un abrazo rosaristas!"
@FernandoVeLu
Fuente: Palabras Sociales