domingo, 14 de septiembre de 2014

Se ejecutó la destitución del profesor Miguel Ángel Beltrán.


La destitución del académico avalada por el rector de la Universidad Nacional, Ignacio Mantilla, es un hecho de particular gravedad para la universidad pública colombiana.

El pasado viernes 12 de septiembre, Ignacio Mantilla, en un acto reprochable, avaló la destitución del profesor de sociología Miguel Ángel Beltrán Villegas, mediante la Resolución #1050 de Rectoría, haciéndole caso al fallo de la Procuraduría que lo destituyó e inhabilitó por 13 años para ejercer cargos públicos.

Este hecho es un gravísimo atentado no solo contra la dignidad humana del profesor y contra la autonomía universitaria sino incluso contra la misma razón de ser de la universidad pública que, como institución formadora de ciudadanos libres, goza (o más bien debería gozar) de libertad de cátedra ya que su función es la de aportar críticamente, desde la docencia, la investigación y la extensión, a la transformación del país para solucionar las profundas problemáticas de inequidad, exclusión y violencia que tiene Colombia. Es la legitimidad misma de la universidad pública la que está en entredicho.

Ni siquiera en la Edad Media, denominada oscurantismo por el poder totalitario de la iglesia en todos los campos de la vida social e individual, ésta última tenía ninguna injerencia en lo que se pensaba y decía en la universidad, quedando como única instancia en donde había realmente libertad de pensamiento. Pero hoy, en pleno siglo XXI en Colombia, la Santa Inquisición, es decir la Procuraduría, en cabeza del fanático religioso y quemador de libros, Alejandro Ordoñez, le ordena a la Universidad Nacional que queda prohibido pensar críticamente en ella, es decir, que no puede cumplir lo que le corresponde en la sociedad.

Es el triunfo del modelo confesional, no ya ante el altar de una iglesia, sino ante el mercado, que reduce a la educación superior como mero espacio para formar mano de obra cualificada para el capital transnacional sobre el modelo de construcción y transformación social.

Se demuestra una vez más que el rector de la Universidad Nacional no es el guía académico y moral de la institución como correspondería a alguien en su cargo sino que por el contrario es un triste burócrata, agente del Estado y peón del gobierno nacional, que en su actitud de perro obediente que lo ha llevado a donde está, puede incluso, sin sonrojarse, declararse enemigo de la misma comunidad académica porque de todas formas su puesto no se lo debe a los profesores y estudiantes sino al Presidente de la República porque la democracia universitaria no existe ni siquiera en la formalidad de un papel.

Prueba de lo anterior es que Mantilla, luego de firmar el acta de defunción académica de Miguel Ángel, escribió en su cuenta de Twitter que “[l]a autonomía universitaria no es para malgastarla en caprichosas pretensiones sustentadas en falsas interpretaciones sobre privilegios.”

Tal es el nivel de indignidad del rector que hasta el Consejo de Sede, por medio de un comunicado, se había pronunciado de forma contraria. Algunos apartes:

“La Universidad Nacional de Colombia en uso de la autonomía que le confiere la Constitución, no solo no limita, sino que fomenta la libertad de pensamiento, la libertad de cátedra e investigación y la difusión libre y autónoma del pensamiento, aspectos que se reflejan en el régimen disciplinario interno de la Universidad.”

“Al Consejo de la Sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia, le resulta sumamente preocupante la decisión de la Procuraduría de sancionar un pensamiento divergente, distinto, en un régimen propio de un Estado Social y Democrático de Derecho, al disciplinar al profesor por los mismos tipos de transgresión que la justicia penal ha declarado inexistentes.”

“Con estas decisiones el Consejo ve amenazada la autonomía de la Universidad, la libertad de cátedra e investigación y los derechos de los miembros de la comunidad académica. En consecuencia, el Consejo solicita un trato adecuado y justo con los principios de justicia y libertad para el profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas. Invitamos a la comunidad universitaria y a la sociedad a pedir a la Procuraduría el respeto por el medio académico y universitario. Así mismo, el Consejo solicita a la Universidad hacer acompañamiento académico al caso del profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas.”
El rector entonces, no solo nunca defendió a Miguel Ángel sino que incluso está poniéndose de espaldas a la comunidad académica y a un órgano directivo, que si bien está presidido por un personaje aún más nefasto que el propio Mantilla, el vicerrector Diego Hernández, tiene entre sus miembros a excelentes académicos y a conocedores del derecho constitucional que tienen toda la autoridad a la hora de expresar que la destitución va en contravía de la Constitución.
Se hace un llamado a la comunidad universitaria a la movilización en defensa del pensamiento crítico, en contra de la sanción contra el profesor y contra las actitudes pusilánimes del rector Ignacio Mantilla porque es la naturaleza de la universidad la que está en disputa.

Nota: ante los viejos debates que se dan nuevamente en el Departamento de Sociología sobre los bloqueos, recordar que éstos son solamente un medio y no el fin. Se requiere es ganar solidaridad y movilización no solamente en la Facultad de Ciencias Humanas sino de toda la Universidad y el conjunto de la academia. Un paro no necesariamente genera movilización y la movilización no necesariamente implica paro; hay que dar la discusión sobre esto mas no detenerse en ello.

Leonardo León
@ingcritica

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