martes, 4 de junio de 2013

Carta abierta al profesor Diego Hernandez Lozada vicerrector de la Universidad Nacional, sede Bogotá.



Profesor, leímos con atención las observaciones y reflexiones personales expuestas en su mensaje número 3 del 28 de mayo pasado. Las situaciones que usted aborda también suscitan en nosotros hondas inquietudes aunque, es forzoso decirlo, las perspectivas son distintas; usted como vicerrector se mueve en las alturas de la burocracia administrativa, los empresarios privados y las posibilidades de negocio globalizadas. Nosotros como estudiantes desde la simple cotidianidad del campus y la vida universitaria. Es claro sin embargo que compartimos preocupaciones en torno a la universidad.


Reconoce usted que muchas de las problemáticas expresadas en la universidad son reflejo y parte de las problemáticas nacionales, es apenas obvio, pues es la Universidad Nacional de Colombia y aquí no sólo confluyen sino que deben hacerlo, las circunstancias académicas, políticas, sociales que son la esencia a la que se debe la universidad y a cuya resolución debe dedicarse su actividad. Pero es allí donde los referentes éticos y políticos toman caminos divergentes y surgen entonces preguntas necesarias.

Profesor, ¿a qué llama usted convivencia?, es acaso la criminalización de las posturas políticas incomodas al interior del campus, haciendo llamados a su “erradicación” y afirmando tendenciosamente que las manifestaciones son pacíficas “cuando son organizadas por integrantes de la comunidad académica” y otras veces usadas “por grupos de encapuchados” insinuando que no son integrantes de la comunidad. Pues respetado profesor quienes expresamos desde la capucha posiciones políticas e inquietudes respecto a la vida universitaria somos integrantes de la comunidad universitaria y comete usted un error al pretender mostrarnos como delincuentes y culpables del deterioro de deliberado de las instalaciones de la universidad.

Encumbrado profesor: ¿hicimos nosotros la contratación con una empresa familiar, para la remodelación de la biblioteca que quedo mal terminada y que se inunda?,¿somos nosotros quienes dejan caer deliberadamente los edificios de arquitectura, enfermería y derecho para justificar los préstamos onerosos con la banca privada, las fiducias y lo que es peor los negocios en los que ciertos sectores de las directivas universitarias se han comprometido con el señor Luis Carlos Sarmiento Angulo y sus empresas?.

Entendemos, eminentísima autoridad académica, que bien poco le preocupa a usted “el uso de explosivos con mayor potencia y alcance”, por parte de quienes se manifestaron en la calle 26 el miércoles 22 de Mayo, exigiendo la renuncia del señor rector Ignacio Mantilla. Primero porque tal afirmación no deja de ser propaganda para una teleaudiencia desconcertada y crédula, que a partir de semejante manipulación justificaría el ataque militar desproporcionado contra esas expresiones que, no lo dude profesor, son estudiantiles.

Segundo porque en su calidad de vicerrector e impulsor de un proyecto de universidad, no es usted un incauto desorientado sin criterio político y sin una visión del mundo bien definida. Muy por el contrario, es un cuadro que lidera la aplicación de un programa y la proyección de la Universidad de acuerdo a sus concepciones o posturas políticas y en ese sentido entendemos que le resulta más preocupante que lo anterior, la existencia de una tendencia en la comunidad universitaria que se oponga a su proyecto político y a su visión de universidad. Proyecto y visión que comparte claramente con el profesor Mantilla.

La crisis universitaria, ilustre dómine, tiene más vínculos con las erráticas administraciones universitarias, más preocupadas por desfinanciar la universidad, por adecuarla a los intereses de Tratados de Libre Comercio, por convertirla en instituto tecnológico superior para los inversionistas extranjeros. Que por ubicarla como escuela de democracia para el país, como cuna de la ciencia, el arte y la cultura que oriente desde la autoridad del saber la construcción de una nación. Una universidad de clase mundial, en nuestro concepto profesor Hernández, es una capaz de trazarse autónomamente rumbos y trazárselos a la sociedad en que está integrada y no una dedicada a la desagregación de ciencia traída desde los países desarrollados, dedicada a la formación de elites tecnocráticas que administren la dependencia, dedicada a buscar nuevas formas de entregar los recursos nacionales a la maquinaria minera o al mercado inmobiliario. Eso al parecer nos diferencia.

¿Cómo puede construirse una universidad de “clase mundial” si le da la espalda a los candentes y profundos problemas de la nación y de su gente?, ¿Cómo puede una universidad ser de “clase mundial”, si ni siquiera es de “clase nacional”, porque los y las negros, indios, campesinos, pobres y sus necesidades no caben en ella?. Es evidente que una universidad concentrada en servir a empresas que por su carácter generan, a donde sea que lleguen, marginalidad, pobreza, exclusión para la gran mayoría. Es una universidad que fomenta esos males endémicos de nuestra Colombia y cuando eso pasa en un país marcado por el conflicto, es ese conflicto lo que se fomenta, de modo que son dos modelos de universidad los que se debaten de cara a los modelos de nación que se proponen. Así las cosas, insigne ingeniero, la amenaza y la descalificación de las posturas contrarias tildándolas de delincuenciales no puede ser el camino para la resolución de los problemas universitarios.

Se refiere usted en otro aparte de sus reflexiones a la necesidad de la “deliberación racional como principio fundamental de la vida universitaria… en los distintos cuerpos colegiados institucionales”. Afirmaciones estas preñadas de buena intención pero que ante las evidencias de su talante aparecen confusas. Porque precisamente muchos de nuestros problemas como comunidad se originan en la inoperancia de tales cuerpos colegiados que además de insuficientes no tienen posibilidad de juego político ante medidas inconsultas, por tanto autoritarias y antidemocráticas. Ejemplo fehaciente de ello son las denuncias realizadas por representantes profesorales estudiantiles y del sector productivo que se retiraron de la sesión del consejo de sede del 10 de mayo por causa de su autoritarismo e intransigencia. Sus acciones y las del rector Mantilla niegan la legitimidad que usted reclama para los cuerpos colegiados de la institución.

Medidas como las del nuevo sistema de admisiones, -incomprensible por absurdo-, o las anunciadas en su “mensaje No 3”, acerca de desalojar los viernes la universidad, además de presentarse con un tinte demagógico más bien pedestre, (para los estudiantes día cultural de colegio, para los administrativos más tiempo con sus hijitos y para los docentes reunión de profesores), es una decisión por lo menos enigmática.

Nada mejor para garantizar compromisos adquiridos con los empresarios que avalar el control territorial y político de la universidad por parte del paramilitarismo que acompaña a los distribuidores de droga, entregándoles un día para que se fortalezcan y para que la izquierda universitaria no se manifieste. Usted no puede ser tan ingenuo, celebre académico, usted no ignora y nosotros lo sabemos; la garantía de la inversión de capital en la Universidad, la garantía de los negocios en Colombia es el uso de la fuerza y la erradicación de las posturas críticas o contrarias a los designios de los patrones financieros.

Mire usted que para solucionar el problema del consumo y la distribución de drogas en la universidad, deciden entregar un día la universidad a quienes distribuyen la droga y ampliar el mercado de la olla que ahora va a funcionar desde el jueves (además del funcionamiento del negocio de drogas el resto de la semana). Si a ello sumamos la escasa programación de clases los lunes, tendremos una universidad para la academia, el debate y la construcción de universidad los martes y miércoles.

Cuando usted desconoce las posturas contrarias, aun siendo radicales, como cosas ajenas a la universidad y las asocia a la delincuencia; cuando usted y los afectos a su proyecto impulsan desde las redes sociales la polarización de la universidad con campañas que califican cualquier reflexión crítica y a cualquiera que se exprese en contra de las directivas como “mamertos” o “terroristas”, o con el “manual antibloqueo” para impedir las expresiones de inconformidad de los trabajadores; cuando usted, ante una propuesta y debate como la que se trató de plantear el diez de abril en el auditorio León de Greiff, recurre al desalojo y la amenaza de entrar las fuerzas especiales de la policía para sacarnos del escenario natural de los debates universitarios; cuando usted actúa de tal forma, no sólo desvirtúa su dicho del “diálogo y la razón” sino que usa la violencia y la amenaza de su uso para sustentar sus fines políticos. Por lo que sus reflexiones resultan ligeramente estrambóticas.

Entonces profesor Hernández, o usted sigue la línea de conducta del profesor Mantilla de alejarse de la realidad universitaria, de no acercarse al campus y llegar al extremo de plantear una “rendición de cuentas” semiclandestina. O deliberadamente está generando una situación que justificaría el uso de la violencia institucional y paramilitar en contra del movimiento político universitario. Sin entrar en debates acerca de la globalización y la crisis económica de los países desarrollados que no tienen ningún interés en recibir estudiantes o trabajadores latinos en sus tierras, ¿Cómo se construye una universidad de clase mundial desde el autoritarismo y la antidemocracia?

De nuevo, señor vicerrector, lo invitamos a abrir los espacios para el debate democrático incluso con sectores contrarios totalmente a su propuesta como el que nosotros expresamos, lo invitamos a la organización de un gran debate universitario en el que se expongan los modelos de universidad y de país de cara a una constituyente universitaria que reconfigure la toma de decisiones en la universidad y que permita trazar rumbos democráticos, realmente participativos para el conjunto de la comunidad universitaria. Esto es muy importante a propósito del modelo de universidad que usted alude en su comunicación. La universidad norteamericana y su modelo de relación con las empresas, esta de retirada en este momento. El mundo multipolar supera las relaciones planteadas por el neoliberalismo para la universidad y la sociedad. No puede imponerse un modelo de universidad caduco en un país ansioso y necesitado de propuestas y salidas nuevas.

Desde orillas distintas en la comprensión de la universidad y del país y con el mayor de los respetos lo invitamos a hacer realidad el ambiente deliberativo que usted plantea debe existir en la universidad. Porque usted se equivoca al pretender mostrarnos como enemigos de la universidad, no es con amenazas, soberbia y autoritarismo como se orienta el principal centro académico del país.

Habla usted, distinguido funcionario, de la universidad como territorio de paz. Tenemos que hacer nuestras, una vez más, palabras ya conocidas pero no suficientemente comprendidas:
“fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelarío, pero no una labor de ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos… los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno de universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes, la única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla”. (Manifiesto de córdoba)



ESTUDIANTES UN

Fuente: Estudiantes UN

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