Torniquetes recién instalados. Foto: Prensa Universidad
Se inician clases en la UdeA, con renovadas esperanzas retornaron a las aulas miles de estudiantes en el alma mater de los antioqueños. La idea es retomar poco a poco el proceso iniciado desde el año pasado frente a la construcción de un nuevo articulado para reformar la actual ley de educación superior; eso a la vez que se continúa con las clases y demás labores académicas.
Sin embargo no todo el color de rosa, al regresar de las vacaciones colectivas en las que la universidad estuvo cerrada durante quince días; nos encontramos con la instalación de torniquetes en las principales porterías de la ciudad universitaria. Esto hace parte del proceso de privatización que padecen las universidades públicas en todo el país, con la Universidad de Antioquia como uno de los laboratorios de experimentación para implementar a futuro políticas represivas en el resto de universidades.
Años atrás comenzó el debate sobre la implementación de la TIP (Tarjeta Integrada Personal) para toda la comunidad académica y ante la reiterada argumentación del grueso del estudiantado que se negaba a quedarse de brazos cruzados viendo como se excluía cada vez más a la sociedad de las actividades y espacios universitarios; la administración se comprometió a que dicho proceso no sería traumático para el ingreso a la universidad y que no tendría repercusiones en la vida académica ni afectaría la razón social que como universidad pública está llamada a cumplir.
Las consecuencias han sido claras: con la excusa de disminuir la delincuencia, se han provocado fuertes enfrentamientos entre los estudiantes y la fuerza pública, la instalación de cámaras (ocultas y visibles) dentro y fuera del claustro universitario, la presencia permanente del escuadrón móvil antidisturbios durante varios meses (con las constantes agresiones y violaciones a los derechos humanos que tristemente esto implica), la apertura de procesos disciplinarios a quienes promovían la objeción de conciencia y se negaban a identificarse con un documento diferente a la cédula, incluso el cierre de la universidad, en fin el inconformismo por parte de la comunidad académica y de la sociedad en general ante las largas filas para ingresar a la u, ante los inconvenientes cuando se nos queda la billetera o cuando venimos con algún miembro de nuestra familia o cuando no se alcanza a hacer la inscripción previa para asistir a un evento, sólo por citar algunos casos.
Ahora, aunque muchos parecen haber olvidado aquella época y aunque parece haber temas más importantes por estos días; este es un llamado a hacer valer nuestros derechos a defender lo que es nuestro y de toda la sociedad, a velar porque de nuevo las instalaciones de nuestra universidad estén abiertas para la sociedad –sin llegar al abuso o el exceso–, a recordar las luchas de nuestros antecesores y su importancia histórica y a cumplir con el papel que como fuerza activa y transformadora estamos llamados a cumplir.
“La universidad no la hemos heredado de nuestros padres; la hemos tomado prestada de nuestros hijos”
Camilo
Prensa Universidad Medellín
Prensa Universidad
Desde las aulas hacia Colombia