El presente escrito pretende mostrar y dar unos puntos de vista sobre la actualidad de la Facultad de Ingeniería teniendo especial énfasis en la designación de rector por parte del Consejo Superior Universitario, siendo uno de los candidatos el actual decano, el señor Diego Hernández.
¿Qué pasa en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá?
El presente boletín de Prensa Universidad pretende mostrar y establecer unos puntos de vista sobre la actualidad de la Facultad de Ingeniería teniendo especial énfasis en la designación de rector por parte del Consejo Superior Universitario, siendo uno de los candidatos el actual decano, el señor Diego Hernández.
¿Qué han sido los últimos 6 años en la Facultad de Ingeniería con la actual administración?
Siendo muy breves, se puede resumir la gestión de Diego Hernández como una apuesta por la internacionalización y por la autogestión, es decir, la privatización.
En cuanto a la internacionalización, creemos que si bien debe ser una apuesta estratégica y asequible a la mayoría del estudiantado, le falta pertinencia por cuanto no está dirigido a la contribución en la solución de los problemas reales del país, ni cooperación académica y de investigación entre los países de América Latina, propiciando, en cambio, la fuga de cerebros, fenómeno tan nefasto para la educación pública colombiana y para el país mismo.
Sobre la autofinanciación, la facultad ha avanzado hacia la privatización por cuanto ha utilizado la misión institucional de la extensión como una herramienta para conseguir recursos económicos y generar lucros particulares, descuidando en muchos casos la docencia y dejando por completo a la extensión solidaria que debe ser prioritaria por la función social que debe cumplir la Universidad.
Además se ha ido profundizando el esquema de la inversión privada (derrotada en la lucha estudiantil contra la nueva ley de educación superior el año pasado) en el que la Facultad se ve atada en términos de autonomía para resolver intereses particulares de la empresa privada, mientras que los graves problemas que tiene el país no son de ninguna manera siquiera objeto de un artículo en los medios nacionales de comunicación, por parte del profesorado y mucho menos del decano, quien debería ser un guía académico y líder de opinión en temas de la ingeniería como herramienta de solución de las problemáticas concretas de la sociedad colombiana.
En cuanto a la participación estudiantil, estos seis años se han caracterizado por el cierre de los espacios democráticos como la oficina de estudiantes, la estigmatización de procesos como la asamblea de estudiantes, falsas promesas como la evaluación conjunta entre los estamentos de lo que ha sido la reforma académica y el bloque que habría de destinarse a la construcción de la nueva ley de educación superior (un espacio que a pesar de haber sido planeado y programado desde el semestre pasado fue totalmente ignorado), el desconocimiento de procesos como el Consejo Estudiantil y la MANE, la farsa llamada Claustros y Colegiaturas en donde todos podemos participar pero las conclusiones no son tenidas en cuenta en absoluto y limitando la participación en espacios masivos a shows preestablecidos como la inauguración del edificio de Ciencia y Tecnología en el que el decano habla, “regala” camisetas y comida pero sin posibilidad de expresar siquiera una opinión al respecto “porque no hay tiempo”.
Hacemos también una crítica a lo que ha sido la construcción y puesta en funcionamiento del mal llamado CADE, puesto que hubo sobrecostos con errores tan absurdos como no poner una plataforma para discapacitados, teniendo que reformar el edificio luego de inaugurado y lo que nos parece más grave: la implementación de un modelo de estudiante-cliente propio de las universidades de garaje. Quien lleve más de cinco semestres se habrá dado cuenta que el edificio, además de un gasto innecesario, lo que hizo fue incrementar los trámites burocráticos, teniendo que circular cada papel por más manos, generando mayor ineficiencia y pérdida de recursos que podrían servir para solucionar el grave hacinamiento que hoy se vive en los salones de la facultad, donde pasadas cuatro semanas de calendario académico hay cursos que aún no han podido iniciar.
¿Qué sucede con el edificio 401?
La semana pasada se dio el acto protocolario de inicio de las obras del edificio viejo de ingeniería, con más de un año de retraso a la fecha estipulada inicialmente y cuya finalización Diego Hernández había prometido hacerse antes de terminar su periodo como decano. Las dificultades fueron esencialmente por falta de recursos por lo que se debió contar con los egresados para que donaran recursos para así poder llevar a cabo las obras, poniendo de manifiesto una vez más la evidente crisis presupuestal que sufre la Universidad. Sin embargo nos parece un oportunismo utilizar precisamente la fecha, para hacer proselitismo político siendo que está en campaña y nos parece un enorme riesgo el hecho de que actualmente no está recaudado todo el dinero necesario para terminar la obra, llevándonos a cuestionar sobre la forma como tendrá la Facultad que conseguirlos, seguramente por medio de la banca privada, generando más déficit presupuestal.
¿Cuál es nuestra opinión concreta frente a Diego Hernández como rector?
Según lo mostrado anteriormente con lo que ha sido su gestión, es de esperar que como rector profundice tanto en lo positivo (muy poco a nuestro parecer) como en lo demás, siendo determinante el hecho de la cercanía de Diego con Uribe y Juan Manuel Santos, pudiendo este último hacer en la Universidad Nacional lo que no ha logrado por medio del proyecto de ley de reforma a la educación superior teniendo a su amigo en la rectoría.
No fue en vano la actividad de los 150 años en la que utilizando como excusa la conmemoración, instrumentalizó a la Facultad y a los graduandos para su lanzamiento de campaña hacia la rectoría con el beneplácito del gobierno nacional y la complicidad pasiva de todos, desaprovechando el momento para abrir un debate en torno al papel que debe cumplir la ingeniería en la solución de los problemas del país, debate que aún está pendiente y que el próximo decano deberá asumir de manera prioritaria, aunque quien quede en este cargo pasará necesariamente por quien sea el próximo rector puesto que tampoco hay democracia para ello.
¿Cómo se elije rector en la UN?
Primero se hace una consulta con valor ponderado a profesores (60% del peso), estudiantes (30%) y egresados (10%) entre los siete candidatos, de los cuales los cinco que tengan mayor votación serán tenidos en cuenta por el CSU para de ahí designar el rector.
El Consejo Superior Universitario, compuesto por 4 representantes del gobierno nacional, uno de los exrectores, uno de los profesores, un estudiante y el rector (sin voto) designará el próximo 29 de marzo a quien llevará las riendas de la universidad más importante del país por los próximos 6 años.
Por la conformación del CSU, en la que la comunidad universitaria está en minoría, la decisión final la tiene el gobierno que se la puede jugar por el candidato más cercano a sus intereses (como en el caso Palacios y Wasserman) o puede tomar una decisión basada en el apoyo y presión generada por estudiantes y profesores, con movilización, si se unen en torno a un personaje que represente el sentir de la mayoría de los miembros de la Universidad.
Nota: El candidato que recoge los elementos expresados por el programa mínimo surgido durante la movilización contra la reforma a la educación superior derrotada por los universitarios es Leopoldo Múnera por lo que cuenta con nuestro total respaldo.
Prensa Universidad
Desde las aulas hacia Colombia
Cualquier discusión será bienvenida. Nuestro correo es prensauniversidad@gmail.com
El presente boletín de Prensa Universidad pretende mostrar y establecer unos puntos de vista sobre la actualidad de la Facultad de Ingeniería teniendo especial énfasis en la designación de rector por parte del Consejo Superior Universitario, siendo uno de los candidatos el actual decano, el señor Diego Hernández.
¿Qué han sido los últimos 6 años en la Facultad de Ingeniería con la actual administración?
Siendo muy breves, se puede resumir la gestión de Diego Hernández como una apuesta por la internacionalización y por la autogestión, es decir, la privatización.
En cuanto a la internacionalización, creemos que si bien debe ser una apuesta estratégica y asequible a la mayoría del estudiantado, le falta pertinencia por cuanto no está dirigido a la contribución en la solución de los problemas reales del país, ni cooperación académica y de investigación entre los países de América Latina, propiciando, en cambio, la fuga de cerebros, fenómeno tan nefasto para la educación pública colombiana y para el país mismo.
Sobre la autofinanciación, la facultad ha avanzado hacia la privatización por cuanto ha utilizado la misión institucional de la extensión como una herramienta para conseguir recursos económicos y generar lucros particulares, descuidando en muchos casos la docencia y dejando por completo a la extensión solidaria que debe ser prioritaria por la función social que debe cumplir la Universidad.
Además se ha ido profundizando el esquema de la inversión privada (derrotada en la lucha estudiantil contra la nueva ley de educación superior el año pasado) en el que la Facultad se ve atada en términos de autonomía para resolver intereses particulares de la empresa privada, mientras que los graves problemas que tiene el país no son de ninguna manera siquiera objeto de un artículo en los medios nacionales de comunicación, por parte del profesorado y mucho menos del decano, quien debería ser un guía académico y líder de opinión en temas de la ingeniería como herramienta de solución de las problemáticas concretas de la sociedad colombiana.
En cuanto a la participación estudiantil, estos seis años se han caracterizado por el cierre de los espacios democráticos como la oficina de estudiantes, la estigmatización de procesos como la asamblea de estudiantes, falsas promesas como la evaluación conjunta entre los estamentos de lo que ha sido la reforma académica y el bloque que habría de destinarse a la construcción de la nueva ley de educación superior (un espacio que a pesar de haber sido planeado y programado desde el semestre pasado fue totalmente ignorado), el desconocimiento de procesos como el Consejo Estudiantil y la MANE, la farsa llamada Claustros y Colegiaturas en donde todos podemos participar pero las conclusiones no son tenidas en cuenta en absoluto y limitando la participación en espacios masivos a shows preestablecidos como la inauguración del edificio de Ciencia y Tecnología en el que el decano habla, “regala” camisetas y comida pero sin posibilidad de expresar siquiera una opinión al respecto “porque no hay tiempo”.
Hacemos también una crítica a lo que ha sido la construcción y puesta en funcionamiento del mal llamado CADE, puesto que hubo sobrecostos con errores tan absurdos como no poner una plataforma para discapacitados, teniendo que reformar el edificio luego de inaugurado y lo que nos parece más grave: la implementación de un modelo de estudiante-cliente propio de las universidades de garaje. Quien lleve más de cinco semestres se habrá dado cuenta que el edificio, además de un gasto innecesario, lo que hizo fue incrementar los trámites burocráticos, teniendo que circular cada papel por más manos, generando mayor ineficiencia y pérdida de recursos que podrían servir para solucionar el grave hacinamiento que hoy se vive en los salones de la facultad, donde pasadas cuatro semanas de calendario académico hay cursos que aún no han podido iniciar.
¿Qué sucede con el edificio 401?
La semana pasada se dio el acto protocolario de inicio de las obras del edificio viejo de ingeniería, con más de un año de retraso a la fecha estipulada inicialmente y cuya finalización Diego Hernández había prometido hacerse antes de terminar su periodo como decano. Las dificultades fueron esencialmente por falta de recursos por lo que se debió contar con los egresados para que donaran recursos para así poder llevar a cabo las obras, poniendo de manifiesto una vez más la evidente crisis presupuestal que sufre la Universidad. Sin embargo nos parece un oportunismo utilizar precisamente la fecha, para hacer proselitismo político siendo que está en campaña y nos parece un enorme riesgo el hecho de que actualmente no está recaudado todo el dinero necesario para terminar la obra, llevándonos a cuestionar sobre la forma como tendrá la Facultad que conseguirlos, seguramente por medio de la banca privada, generando más déficit presupuestal.
¿Cuál es nuestra opinión concreta frente a Diego Hernández como rector?
Según lo mostrado anteriormente con lo que ha sido su gestión, es de esperar que como rector profundice tanto en lo positivo (muy poco a nuestro parecer) como en lo demás, siendo determinante el hecho de la cercanía de Diego con Uribe y Juan Manuel Santos, pudiendo este último hacer en la Universidad Nacional lo que no ha logrado por medio del proyecto de ley de reforma a la educación superior teniendo a su amigo en la rectoría.
No fue en vano la actividad de los 150 años en la que utilizando como excusa la conmemoración, instrumentalizó a la Facultad y a los graduandos para su lanzamiento de campaña hacia la rectoría con el beneplácito del gobierno nacional y la complicidad pasiva de todos, desaprovechando el momento para abrir un debate en torno al papel que debe cumplir la ingeniería en la solución de los problemas del país, debate que aún está pendiente y que el próximo decano deberá asumir de manera prioritaria, aunque quien quede en este cargo pasará necesariamente por quien sea el próximo rector puesto que tampoco hay democracia para ello.
¿Cómo se elije rector en la UN?
Primero se hace una consulta con valor ponderado a profesores (60% del peso), estudiantes (30%) y egresados (10%) entre los siete candidatos, de los cuales los cinco que tengan mayor votación serán tenidos en cuenta por el CSU para de ahí designar el rector.
El Consejo Superior Universitario, compuesto por 4 representantes del gobierno nacional, uno de los exrectores, uno de los profesores, un estudiante y el rector (sin voto) designará el próximo 29 de marzo a quien llevará las riendas de la universidad más importante del país por los próximos 6 años.
Por la conformación del CSU, en la que la comunidad universitaria está en minoría, la decisión final la tiene el gobierno que se la puede jugar por el candidato más cercano a sus intereses (como en el caso Palacios y Wasserman) o puede tomar una decisión basada en el apoyo y presión generada por estudiantes y profesores, con movilización, si se unen en torno a un personaje que represente el sentir de la mayoría de los miembros de la Universidad.
Nota: El candidato que recoge los elementos expresados por el programa mínimo surgido durante la movilización contra la reforma a la educación superior derrotada por los universitarios es Leopoldo Múnera por lo que cuenta con nuestro total respaldo.
Prensa Universidad
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