viernes, 10 de agosto de 2012

Vuelve la protesta de los estudiantes chilenos

Agosto no será un mes más para los estudiantes chilenos. Ya fue sentenciado por ellos como el más radical del año y la amenaza comenzó a hacerse realidad ayer, cuando un grupo de pingüinos (secundarios) tomaron la sede del partido Unión Demócrata Independiente (UDI) –el más derechista del espectro político chileno–, en la antesala de la primera movilización nacional convocada para hoy por secundarios y a la cual adhirieron los universitarios.

Foto: EFE

Esto a pesar de que en el Congreso se discute (entre gritos y críticas cruzadas) una reforma tributaria que generaría unos mil millones de dólares por año para la educación, cifra que no convence a la oposición y menos al movimiento estudiantil. Los estudiantes agrupados en la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) se atribuyeron la toma de las dependencias del partido de ultraderecha. Su vocera, Eloísa González, explicó que “pudo haber sido la UDI, el partido socialista o incluso el partido comunista, porque son todos responsables de la crisis en la educación actual”, dejando claro que los jóvenes no están para casarse con ninguna colectividad. Agregó que la marcha –que aún no cuenta con permiso de la Intendencia Metropolitana– busca “reivindicar y recalcar las demandas de los secundarios que han sido dejadas de lado y exigir una real voluntad política de cambiar el sistema, de que nos escuchen y respondan a nuestras propuestas”.

Una de las soluciones al problema planteada por el oficialismo la dio a conocer el presidente Sebastián Piñera en abril de este año, llamada “la gran reforma educacional”, que sería completamente financiada con los recursos extra que se obtendrían a partir de la reforma tributaria. El proyecto, que se discute esta semana en el Parlamento, “no tiene efectos distributivos y no contribuye a reducir la brecha entre los que tienen más y los que no”, dice el jefe de bancada del Partido por la Democracia, Jaime Quintana.

Ante las críticas y con la idea de agilizar su tramitación, el gobierno chileno reemplazó el proyecto por una nueva iniciativa, “más simplificada”, en palabras del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, quien explicó que se trata de una propuesta que recauda lo mismo que la anterior en términos netos, subrayando que se mantiene el nivel actual de impuestos para los que más ganan.

Pese a las modificaciones, diputados de la oposición anunciaron una posible abstención y calificaron en público a la reforma tributaria como de “ajuste moderado”, mientras que en privado hablan de “mamarracho”. “Nos resulta absolutamente insatisfactoria”, señaló, por ejemplo, el presidente del partido socialista, Marcelo Schilling.

Desde el movimiento social, Camila Vallejo –la cara estudiantil más visible del conflicto en 2011– aseguró que “este ajuste tributario es injusto y mentiroso. Genera la ilusión de que nuestro país no tiene las riquezas suficientes para ofrecerle a sus ciudadanos más derechos sociales, cuando bien sabemos que Chile es un país que cuenta con múltiples recursos naturales, pero que actualmente se encuentran en manos de un puñado de codiciosos que poco y nada contribuyen al desarrollo de nuestro país”.

Los líderes universitarios de la Universidad de Chile y Católica, Gabriel Boric y Noam Titelman, comparten la opinión de la dirigente. “Se trata de un proyecto que es totalmente regresivo, no le alcanza para reforma tributaria, es meramente un reajuste que va en la dirección contraria y profundiza la inaceptable segregación educativa del país”, comentó Boric. Titelman agregó que “corresponde a un pequeño ajuste que de ninguna manera es suficiente para cubrir una reforma de verdad”.


Por: Christian Palma
En: Página 12

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