No se puede ser inferior al momento histórico. El presente año es fundamental para el movimiento estudiantil por cuanto la sociedad colombiana le reclama seguir en la lucha por una educación pública, estatal, al servicio de los intereses del pueblo, crítica, creadora y transformadora siguiendo el camino trazado durante el 2011 en el que la movilización logró ganarle, por el momento, el pulso al gobierno al hacer retirar el proyecto de ley que buscaba profundizar el modelo neoliberal, excluyente y al servicio del capital trasnacional.
Los retos son en tres aspectos: lo organizativo, lo reivindicativo y la articulación con los demás movimientos sociales.
En cuanto a lo organizativo, se requiere consolidar la MANE como el referente del movimiento estudiantil colombiano en donde se vean identificados los universitarios del país y puedan recogerse al interior además los estudiantes de la formación secundaria, técnica y tecnológica. La Mesa Amplia Nacional Estudiantil debe superar el problema de las facciones, sin con esto decir que se pretenda homogenizar el pensamiento ni no dar el debate necesario.
La MANE debe lograr tal nivel de desarrollo que deje de confundirse a los voceros, a las organizaciones y a los “líderes” como si fuera todo lo mismo. La Mesa es y debe ser la herramienta de todo el estudiantado colombiano que propende por una educación como derecho fundamental recogiendo la multiplicidad de expresiones al interior de la misma pero que se identifican en el programa mínimo.
En cuanto a las vocerías nacionales y regionales, la MANE debe desechar los mismos instrumentos de la democracia burguesa como la ley de cuotas o la ley de bancadas, es decir no se deben distribuir por género ni mediante cuotas burocráticas entre las organizaciones, se tiene que elegir a los más capaces, es decir, a los más cualificados en conocimiento de la educación que existe y que se necesita en Colombia, a los más responsables, a los que pueden debatir con argumentos, en especial en un país donde todos los grandes medios de comunicación se encuentran monopolizados por la visión oficial del gobierno que están prestos a aprovechar cualquier debilidad y error que puedan cometer los estudiantes para poner a la sociedad en su contra. Por ejemplo, en términos generales los voceros de Bogotá, salvo tal vez alguna excepción, han cumplido, no sin algunos pequeños errores propios de la inexperiencia, de buena manera el papel que se les ha asignado.
En cuanto a lo reivindicativo, se deben dar dos peleas que son parte de un mismo sistema, las internas y las nacionales. Se deben recoger las particularidades propias de cada institución y articularlas con la lucha contra la crisis universitaria que es común a todo el país por ser causada por el modelo neoliberal aplicado por medio de la Ley 30 de 1992. Por medio de la organización y la movilización se deben ganar reivindicaciones del estudiantado tan diversas como por ejemplo aumentar el número de libros en las bibliotecas y mejorar el acceso a los mismo, lograr garantías democráticas, desmilitarizar los campus y sacar directivos corruptos o con relaciones con el paramilitarismo como en el caso de la UIS.
Sin embargo, lo más importante para este año sin duda será la construcción de una ley de educación que recoja los puntos del programa mínimo por medio de la organización y la articulación de los procesos regionales que hacia mediados de año logre consolidarse y que mediante la movilización se pueda imponer como ley de la república. Esto debe hacerse en las dos fases (construcción y movilización) de la mano con otros sectores sociales porque no es exclusividad del estudiantado decidir qué hacer con la educación en Colombia; debe participar el pueblo en general que es al cual se debe la universidad pública pero de ninguna manera bajo el esquema de la democracia representativa parlamentaria puesto que el congreso sólo representa a la clase dominante así hayan voces disidentes adentro. La lucha que habrá que dar será gigantesca pero la meta no es menos grandiosa.
Frente a la articulación con otros sectores, el movimiento estudiantil debe entender que el problema de la educación no es aislado sino que corresponde a todo un macro sistema del cual es víctima la mayoría del pueblo colombiano y del que se beneficia una ínfima minoría aferrada al poder desde hace más de un siglo. Por eso se deben apoyar, no de manera caritativa, las diferentes luchas que el pueblo colombiano da a diario contra la injusticia, la dominación y el saqueo de los recursos para que por medio de la retroalimentación se den de manera coordinada, con espíritu unitario y sin sectarismos para conseguir un nuevo país que satisfaga las necesidades más sentidas de la sociedad. De ahí que la MANE deba participar como tal de los procesos que se vienen gestando al calor de la movilización como el Congreso de los Pueblos y el proceso de Marcha Patriótica para lograr consolidar un paro cívico nacional en un futuro no muy lejano y poder construir un nuevo poder.
Un escenario central en los meses que viene es el de la Cumbre de las Américas en donde vendrán los presidentes de Norte y Latinoamérica impulsado por la decadente OEA, el cual se desarrollará en Cartagena durante los días 14 y 15 de abril. Este momento es fundamental puesto que la MANE deberá demostrar que se piensa más allá de reivindicaciones netamente en el plano estudiantil movilizándose decisivamente contra el dominio y la guerra imperialista impulsada por Estados Unidos contra los pueblos del tercer mundo. La movilización tendrá que ser tan contundente que sea oída y visibilizada en todo el continente para que sepan que acá no se quiere más saqueo de los recursos naturales por medio de las transnacionales, ni más tratados económicos leoninos a favor de EUA, ni más política de muerte que llevará al planeta hacia su destrucción si se lleva a cabo la invasión a Irán.
La pelea es gigante, el objetivo a alcanzar es aun mayor y el momento histórico exige estar a la altura.
Nota: este artículo es la continuación del titulado: Balance del movimiento estudiantil colombiano en el 2011
Leonardo León
@ingcritica
Prensa Universidad
Desde las aulas hacia Colombia