Pronunciamiento público del representante de los estudiantes ante el Consejo Académico de la UTP, Duberney Galvis Cardona.
La reelección del rector de la Universidad Tecnológica de Pereira UTP, Luís Enrique Arango Jiménez, se constituye en un acto de carácter regresivo. El hecho tuvo lugar el pasado viernes en la gobernación de Risaralda buscando evadir la oposición de estudiantes y profesores.
Lo primero tiene que ver con la naturaleza que encarnan las políticas del rector que acaba de reelegirse. Luis Enrique Arango ha sido puntal a nivel nacional para que a través de su administración se aplicaran las peores políticas en contra de la universidad pública risaraldense las cuales han degradado la situación financiera y académica de la institución.
Han sido común medidas como la implementación de programas paralelos, con matrículas que alcanzan los 3 millones de pesos, alcahueteando así la aplicación de la fórmula de desfinanciación de la Ley 30 de 1992 que ha sumido a las universidades en una profunda crisis presupuestal. Incluso se han rebasado los límites de la irresponsabilidad al crear programas como el de Medicina Veterinaria y Zootecnia, el cual no reúne condiciones óptimas para ofrecer asomos de calidad en términos de oferta en laboratorios, clínicas, granjas, etcétera.
Es un secreto a voces que a la universidad sólo le quedan 306 profesores de planta. La planta de trabajadores oficiales no supera los 25. A los profesores catedráticos se les paga a destajo, y el tipo de contratación los hace vulnerables a prácticas clientelistas como el pago de cuotas burocráticas o consecución de votos para representantes que luego devuelven favores en elecciones internas y externas.
Para destacar la posición asumida por el representante de los docentes ante el Consejo Superior, Luis Rueda, se aparta de su honroso y argumentado voto de opinión, la decisión del “representante” de los estudiantes Jesús Sinisterra, quien eligió respaldar una vez más la funesta reelección no sin antes esbozar que lo hacía porque el rector había logrado poner a la UTP como la mejor del país, ni haberse desmontado por las orejas al estilo de los jinetes de los elefantes resultaría ser peor excusa.
El otro asunto concierne a la democracia. El reelegido rector ya había apelado a este mecanismo de manera igualmente antidemocrática, a puerta cerrada y con él como único candidato luego de que el Consejo Superior -que lo elige- modificara un “articulito” del estatuto general para que la reelección tuviera lugar.
El rector es el mismo que ha echado mano de mecanismos represivos contra el estudiantado y toda persona que se encuentre en la institución cuando ingresa la fuerza pública. Mantuvo militarizada la universidad luego de que los estudiantes y el resto de la comunidad universitaria rechazaron los hechos de violencia en el Campus. Canceló de manera autoritaria los contratos a los profesores catedráticos y transitorios.
Así mismo, la reciente reelección pone en entredicho, no sólo el funcionamiento de los mecanismos democráticos de la presente Ley 30, sino la democracia misma. Las reglas que ha dictado el establecimiento son las que se están pisoteando con la presente reelección. “La legalidad nos mata” expresaba Odilón Barrot bajo el gobierno francés de Luis Bonaparte, aduciendo que había leyes que, hechas por ellos mismos, resultaban inútiles para sus propósitos de absolutismo, por lo tanto había que pasarlas por alto.
El llamado entonces es a la sociedad para percatarse del desacato a la democracia que estarán auspiciando varios de los llamados a defenderla, como los dirigentes departamentales, a quienes les resta decidir si están de acuerdo en que ésta vía se trastoque de la manera en que lo hace el directivo de la máxima institución académica de Risaralda.
A los entes de control corresponde acelerar los procesos que cursen por este caso. También urge la opinión pública al respecto. El nefasto hecho debe servir para que el periodismo escudriñe con los ojos de la objetividad de puertas para dentro en la la UTP, lo cual implica trascender las vocerías y oficinas administrativas.
La decisión ratifica una vez más la justeza de la movilización estudiantil. Razón le sobra al estudiantado cuando piden que los rectores sean elegidos con el voto de los estamentos universitario de manera proporcional, conforme a la representatividad y el rol que desempeñan, y no por un puñado de personas ajenas a la universidad.
Señores miembros del Consejo Superior, acaban ustedes de reelegir en su cargo a las esquirlas del uribismo en la academia. Han constreñido la democracia a autoflagelarse.
Para ilustrar a la ciudadanía, es el hombre de Alma Mater.
Fuente: Polo MOIR