jueves, 23 de agosto de 2012

Por qué sí y por qué no aceptaría el Presidente Santos la renuncia de Mineducación



No resulta sorpresivo que la ministra de Educación, María Fernanda Campo, haya presentado, con sus compañeros del gabinete ministerial, renuncia protocolaria a su cartera, para que el presidente Santos defina su continuidad. Hace más de un año, cuando se volvió traumática para ella la situación frente a la frustrada reforma a la Ley 30, esto se esperaba.
Aunque la mayoría de medios dan por hecho que María Fernanda Campo, será un cambio casi fijo, el anuncio no se ha oficializado. El Observatorio presenta las razones por las que sí y por las que no, el presidente Santos le aceptaría la renuncia.

¿Por qué el presidente le aceptaría la renuncia?
  1. Para amortiguar las críticas de la opinión pública. Todo cambio ayuda a refrescar la imagen y renueva las expectativas del país. El nombre de María Fernanda Campo ha aparecido en el listado de "descabezados" de casi todos los medios de comunicación y presidentes de los partidos políticos, y cambiarla satisfacería su deseo de que el presidente les escuche.
  2. Para poder mover o dejar otros ministros: Al MEN podría llegar algún otro funcionario público "quemado" en otra cartera, para darle vida, o le permitirá al Presidente mandar el mensaje de que ha hecho ajustes, pero podría insistir en temas en los que tenga un especial interés, y entre los cuales, lamentablemtene, no aparece la educación como prioridad.
  3. Para conjurar las protestas anunciadas por los estudiantes para el próximo mes de septiembre, por el no avance en la reforma a la educación superior, y la mayoría de interlocutores del medio educativo (por lo menos en educación superior), no perciban autoridad en la ministra para continuar el proceso.
  4. Para darle cabida al Partido Verde, en agradecimiento por su ingreso a la Mesa de Unidad Nacional y recomponer las cargas políticas. El tema educativo ha sido motivo de reiteradas expresiones de esta colectividad, y así el presidente le daría participación en una cartera que es clave pero no determinante en su agenda política. Así mismo con un nuevo ministro, aparentemente más sensible a la academia, el Presidente Santos podría -pensando en su interés de re-elegirse- evitar que el tema educativo sea un punto gris en su campaña y, al mismo tiempo, quitar oxígeno a la izquierda (especialmente el Polo Democrático), que ha sido la que especialmente ha estado detrás de la crítica a la inacción del gobierno ante la reforma.
  5. Para reivindicarse electoralmente con la academia, pues pese a su voluminosa votación, en mayo de 2010, la academia siente que el presidente la ha traicionado en el tema, pues no ha expresado un interés real, de Estado, por la educación superior, la propuesta de reforma nunca fue anunciada en su campaña y a los ojos de todos está claro que fue muy mal manejada e inconsulta.
De aceptarse la renuncia, la comunidad académica da por hecho que detrás de un nuevo ministro o ministra debe haber un nuevo viceministro o viceministra de educación superior.

Igualmente, por efecto de cuotas políticas y gestión gris, se especula que también saldría el director del Sena, Luis Alfonso Hoyos, cuota política de Oscar Iván Zuloaga, candidato del expresidente Alvaro Uribe, actualmente en la oposición al presidente Santos.

Por qué el presidente NO le aceptaría la renuncia?
  1. Por amistad e interés ene vitar que su ministra de Educación, y fiel escudera, salga con mala imagen del Ministerio.
  2. Porque no puede cuadrar el ajedrez político y, especialmente, la ley de cuotas que obliga a contar con un porcentaje mínimo de mujeres en el gabinete.
  3. Porque entre los partidos fuertes que lo respaldan (liberales, la U, Conservadores y Cambio Radical) públicamente no han descollado figuras que puedan liderar el tema de la reforma, y preferiría mantenerla.
  4. Porque pese al desastre de la educación superior, los logros de la ministra en educación básica, le ayudan a la hora de mostrar resultados. Así las cosas, una opción posible sería la de mantener a la ministra y cambiar sólo al viceministro de Educación Superior, Javier Botero, el verdadero artífice de la frustrada reforma.
  5. Porque no encuentra reemplazo o porque, nunca se sabe, el remedio puede ser peor que la enfermedad.
Lo que sí es claro es que con o sin la ministra Campo, el Gobierno debe dar un giro radical en su política de educación superior.

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