El pasado 21 de noviembre circuló entre la comunidad universitaria un
panfleto amenazante el cual exigía el pago de extorsiones a los
comerciantes, a nombre de la banda de los Urabeños.
Según esta amenaza la organización firmante utilizará estos recursos
para ejercer el control social y político en todo el campus
universitario.
Hacemos un llamado urgente sobre las implicaciones de este tipo de
prácticas ya que éstas, no solo están en detrimento de la prestación de
los servicios comerciales, sino que también atentan gravemente contra la
esencia de la universidad misma en todos sus aspectos: autonomía
universitaria, libertad de cátedra, pensamiento crítico, libre
circulación, derechos de reunión, asociación, protesta y en general los
derechos humanos, se ven gravemente afectados por este tipo actos.
Este “impuesto de guerra” es el recurso cuyo destino refuerza una
dinámica en la cual todos somos víctimas de mecanismos cuya lógica es el
miedo que se expresa en extorsiones, amenazas, señalamientos,
desplazamientos forzosos, asesinatos selectivos, masacres, entre otras.
Ya nuestra historia demuestra que las concepciones tiránicas de justicia
de estas bandas paramilitares y su supuesta “lucha por el pueblo” han
generado consecuencias catastróficas manifestadas en ríos de sangre.
En nuestra memoria como comunidad universitaria se encuentran hechos o
más bien tragedias que no debemos olvidar, entre los que destacamos
asesinatos y desapariciones de miembros de nuestra universidad, recordemos
a Héctor Abad, Fernando Barrientos, Jesús María Valle, Gilberto
Agudelo, Leonardo Betancur, Luis Felipe Vélez, Gustavo Marulanda entre
muchos otros.
Igualmente no podemos olvidar el cobro de extorsiones que se les impuso
según la nomina a profesores y empleados. También recordamos el control
ejercido por grupos paramilitares que limitaron las expresiones
culturales, sociales y políticas, hasta el punto de intervenir la vida
privada y el desarrollo de la personalidad de quienes conformamos la
comunidad.
Por ello hacemos un llamado a defender la universidad pública y sus
valores, a fortalecer nuestro tejido como una comunidad que en su
diversidad, se mantiene unida para enfrentar de manera solidaria y
pacífica, este tipo de agresiones las cuales se reproducen tristemente
el el resto de la ciudad y del país y de paso recordamos que la
convivencia y la armonía no deben ser el resultado imposiciones externas
sino construcciones colectivas donde participamos todos haciendo
ejercicio de nuestro derecho de autogobierno.