“...Tenemos que hacer un esfuerzo por unir todas y cada una de las expresiones de la resistencia popular que hace nuestro pueblo para construir una sociedad más justa, más democrática y más libre. Y esa unidad empieza entre aquellos que desde prácticas compartidas vamos creciendo en confianza y verificando acuerdos sobre los caminos para ir construyendo un poder del pueblo. Un poder popular que nos permite aquí y ahora empezar a cambiar la sociedad y que vaya dando sustento a cambios más globales y profundos para el futuro...”
-Frente Popular Darío Santillán, 2004-
Hace aproximadamente un año, los estudiantes agrupados en la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, tumbamos con amplias y creativas movilizaciones, el proyecto de reforma con el que el Gobierno pretendía consolidar un modelo de educación superior que respondía únicamente a los intereses del mercado.
El día de hoy, la lucha por una educación superior digna, se mantiene, ya no sólo como resistencia ante los embates del Gobierno, sino como construcción encaminada hacia la presentación de un proyecto de Ley que contribuya a la edificación de un país con soberanía, democracia y paz.
En medio de todo esto, y en aras de contribuir al fortalecimiento de la MANE como espacio de confluencia y coordinación estudiantil, consideramos necesario hacer un balance de lo que ha ocurrido hasta el momento.
En primer lugar hay que resaltar dentro de los aciertos, el hecho de que este espacio se haya mantenido y le haya apuntado con fuerza a la construcción, yendo más allá de la simple oposición que hasta el momento había caracterizado al movimiento estudiantil.
Atendiendo a esto, se ha hecho evidente en los debates públicos y en los espacios amplios en general, que el movimiento estudiantil agrupado en la MANE ha conseguido grandes avances en términos de lo programático que dan cuenta de que las discusiones desarrolladas han consolidado argumentos que son prueba fehaciente tanto de la necesidad de una nueva Ley de Educación Superior, como del compromiso con el que los estudiantes hemos asumido la labor de presentarle al país una propuesta seria, incontrovertible y que responda realmente a las necesidades del pueblo colombiano.
Pero si de hacer análisis se trata, es necesario también hablar de los desaciertos que han hecho que la MANE haya perdido fuerza, frente al grueso de los estudiantes y la opinión pública en general.
En primera medida, es importante hablar de los problemas organizativos, ya que después de varios encuentros, se hace evidente la poca coordinación entre las distintas comisiones, tanto la comisión académica, como la comisión de comunicaciones y la de DDHH han tenido problemas para articular el trabajo en lo nacional. Esto, ha hecho que la MANE funcione bajo una suerte de centralismo, que deriva en que las metodologías no permitan el desarrollo de discusiones realmente amplias y que recojan los acumulados de los procesos locales y regionales.
Además de esto, (y aunque ya se hizo mención de los avances programáticos) en los diferentes espacios de construcción, se hace evidente la falta de cualificación presente en los debates, que en algunos casos se reducen a horas de discusión en las que todas las posiciones intentan imponerse sobre las otras sin que haya la más mínima intención de llegar a consensos.
Esto último es producto de lo que podría ser el reto más grande al que se enfrenta la MANE hoy en día, y es el hecho de que varias de las organizaciones que la componen, la usan como plataforma, y como una manera de beneficiar unos intereses particulares que nada tienen que ver con las lógicas gremiales que deben guiar al proceso.
Con todo y esto, no hay que dejar de reconocer la importancia de la MANE y de los acumulados que se han conseguido hasta ahora. La invitación es entonces, a que todo este proceso este acompañado de ejercicios de autocrítica y autoreflexión que permitan consolidar un espacio verdaderamente amplio y construido a partir de la pluralidad de actores e ideas presentes en el movimiento estudiantil colombiano.
Por: Universidad Pública Resiste
